domingo, 12 de abril de 2009
VIOLENCIA ES MENTIR: Los "verdaderos hinchas" y el periodismo deportivo
El repudio de los hinchas y socios de San Lorenzo a sus jugadores en Ezeiza, motivado por años de falta de respeto a los que pagan sus sueldos (Y NO POR QUEDAR ELIMINADOS DE LA COPA LIBERTADORES) les permitió a los medios de comunicación volver sobre uno de sus tópicos favoritos: la bajada de línea sobre cómo debe comportarse el hincha de fútbol. Para muchos periodistas, los cuervos presentes en Ezeiza no son "los verdaderos hinchas".
Se escuchó a periodistas que no se cansaron de manifestar que la protesta tenía que ver con la eliminación de la Copa. Además de mostrar un desconocimiento total de la situación interna del club, mostraron claramente su modo de ver el mundo: el hincha de fútbol es, básicamente, un tipo primitivo que únicamente puede protestar si la pelotita entra más veces en su arco que en el de enfrente.
Además, descargaron su arsenal de prejuicios: "están drogados", "esa ropa que tienen seguro es mangueada a los jugadores". Es decir, para manifestarse a favor de su club y en contra de los empleados (jugadores) el hincha de fútbol debe estar drogado. Además, "confundieron" a los hinchas con barras, más allá de que los noteros claramente indicaban que no lo eran.
Otros periodistas deportivos manifestaron que los presentes en Ezeiza eran "la gilada" y no barras. Curiosa valoración (despectiva) sobre una protesta auténtica y de mínima violencia ante jugadores que estafaron a una institución.
Pero se vuelve al punto principal: para estar autorizado a manifestarse el hincha de fútbol debe ser parte de una barrabrava (supuestamente, irracional), allí se estaría comportando acorde a lo que se espera de él. Es decir, si un hincha no miembro de una barra se manifiesta espontáneamente es un gil.
Pudimos observar la desorientación de los periodistas, para los que una manifestación espontánea de hinchas no entra dentro de su sistema de valores. Se sienten más tranquilos si logran verificar que una eventual manifestación tiene que ver con individuos de algún sector en defensa de un interés individual. Esto les da la pauta de que son corrompibles y por ende funcionales al negocio del fútbol.
De todas formas también hay que marcar honrosas excepciones que comprendieron el enojo de los hinchas y valoraron que la protesta no fue violenta.
Otro de los temas a analizar fue la posición de los periodistas sobre la conducta del plantel.
Hay que distinguir las conductas de algunos periodistas. Fernando Niembro, por ejemplo, expresó sutilmente pero en forma inequivoca que ante San Luis veía a un equipo de San Lorenzo "indiferente hacia el partido, sin alma". Traducción (innecesaria) : yendo para atrás.
Otros en cambio cayeron en el remanido e ¿ingenuo?: "¡Cómo un profesional no va a querer ganar!". Hay en estos una defensa apasionada de la imagen del negocio, no es para ellos aceptable siquiera cuestionarse si un jugador pueda querer presionar a dirigentes y DT retaceando su esfuerzo. Esto es negado de plano por estos individuos, ya que el negocio del fútbol (del que son parte) no debe mancharse.
Volviendo al tema fundamental, al que alude el título de la nota, los periodistas en su gran mayoría aprovecharon una vez más para dejar en claro qué es lo que el negocio del fútbol entiendo por "un verdadero hincha".
El "verdadero hincha", para la mirada de los medios, se limita a lo deportivo. No se contempla que pueda interesarle lo institucional y político.
Por si hiciera falta decirlo, para los medios el "verdadero hincha" será más valorable si sigue el fútbol por televisión. Una campaña publicitaria reciente lo dijo explícitamente: "no sos menos hincha si lo ves por TV". Hay que calmar a las conciencias culpables, que parece las hay.
El relato a imponer sobre el "verdadero hincha" toma letra de la llamada "cultura del aguante", con su himno "aunque ganes o pierdas". El hincha ideal debe ser acrítico, debe apoyar siempre a sus jugadores, hagan lo que hagan. Mejor aún: el hincha ideal debe confundir la defensa de su club con la de los jugadores, para él deben ser expresiones equivalentes. Si ya sabemos que los jugadores siempre juegan para ganar.
Del hincha no se espera razonamiento ante el fracaso DEPORTIVO, solo manifestaciones de tristeza o bronca en el estadio o frente a la TV. Y no se espera de él interpretaciones sobre las causas extradeportivas de un resultado adverso. Mucho menos que irrumpa espontáneamente a expresar que los jugadores de su club lo han defraudado y no precisamente por perder, si no por usar los resultados desfavorables en una negociación económica extorsiva. Por eso la incomodidad periodística ante una manifestación como la del viernes.
El relato sobre el "hincha verdadero" a lo sumo tolera movilizaciones del tipo de los así llamados "banderazos", colorida manifestación de apoyo incondicional a los planteles, siempre tan útil para llenar algun recuadrito que haya quedado vacío en el diario.
Los cuervos somos distintos y el negocio lo sabe, de ahí su incomprensión, su odio. No en vano somos la única hinchada que puede sostener sin sonrojarse el calificativo de Gloriosa. Hemos vivido demasiadas cosas que hubieran destruído a otros clubes, sabemos de sufrimiento pero no de llanto permanente. No tenemos la Copa Libertadores pero somos orgullosamente grandes. Es más de lo que el establishment puede soportar y entonces no pierde oportunidad de intentar agraviar al sanlorencista.
Sabemos que cada uno es hincha como puede y quiere, no nos interesa entrar aquí en juicios de valor. Pero algo tenemos por seguro: para un club no es lo mismo que sus hinchas y socios sean pasivos o participativos.
De todas formas hay que ser comprensivo. No debe ser sencillo hoy en día ser periodista deportivo. Con un fútbol cada vez más negocio y menos deporte, al que el hincha le importa en tanto consumidor, el periodista deportivo tiene exigencias impensadas en otros tiempos. Se valorará por igual (como mínimo) su presencia simil modelo publicitario que su opinión informada. Será indispensable que se comprenda parte de un gigantesco negocio y actue en consecuencia.
En un mundo donde lo mediático cada vez es más importante, conviene recordarlo: detrás de los micrófonos también hay muchos mercenarios.
DEBOEDOVENGO
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