sábado, 19 de julio de 2008
Comunicado de Progreso Azulgrana: Venta de Dalessandro
No se habían acallado los ecos de las palabras de Savino ("D´Alessandro me dijo que está muy a gusto en San Lorenzo"), cuando los que de veras deciden definieron que el jugador pasara al fútbol brasileño, en un nuevo paso de comedia protagonizado por la dirigencia aparente y el poder real del Club. Cinco meses y once días pasaron desde que el futbolista llegó a entrenarse a Buenos Aires. Tiempo suficiente para que proclamara su amor incondicional por otra institución, para que aplaudiera a los rivales antes y durante un Clásico, para que se hiciera expulsar en el partido ante Huracán, para que participara activamente del conventillo que la falta de autoridad les permite generar a quienes visten la camiseta de San Lorenzo.
Cuando llegó, los representantes de Progreso Azulgrana dijimos que la operación que lo traía era una ecuación que sólo podía generarle pérdidas al Club: si el jugador andaba mal, como lo hacía prever su historial reciente y como en definitiva ocurrió, San Lorenzo pagaba cifras extraordinarias sin chance de recuperarlas; si por el contrario rendía en buen nivel, el negocio era para otros y la Institución no conservaba ninguna parte de la potencial rentabilidad, ni decisión sobre el destino del futbolista, a quien se le había garantizado su partida sin condiciones. Eran tiempos de exitismo, en los que un Dirigente debe exhibir capacidad de reflexión. La ausencia de esa reflexión importó comprometer U$S 600.000 del exiguo patrimonio del Club, sin contraprestación que lo justifique y sin conservar la capacidad de decisión sobre esa inversión.
La operación que se lo lleva es casi perfecta: gana el futbolista, su representante, el Grupo Invasor, el Zaragoza y el Inter. Se olvidaron de un detalle, muchachos: nosotros jugamos para San Lorenzo. Esa definición es algo más que un slogan de campaña, es un posicionamiento de los intereses que se defienden.
Como lo manifestamos durante todo este tiempo, cuando quienes tienen la obligación de conducir al Club decidan recuperarla, sepan que cuentan con nosotros.
PROGRESO AZULGRANA
Cuando llegó, los representantes de Progreso Azulgrana dijimos que la operación que lo traía era una ecuación que sólo podía generarle pérdidas al Club: si el jugador andaba mal, como lo hacía prever su historial reciente y como en definitiva ocurrió, San Lorenzo pagaba cifras extraordinarias sin chance de recuperarlas; si por el contrario rendía en buen nivel, el negocio era para otros y la Institución no conservaba ninguna parte de la potencial rentabilidad, ni decisión sobre el destino del futbolista, a quien se le había garantizado su partida sin condiciones. Eran tiempos de exitismo, en los que un Dirigente debe exhibir capacidad de reflexión. La ausencia de esa reflexión importó comprometer U$S 600.000 del exiguo patrimonio del Club, sin contraprestación que lo justifique y sin conservar la capacidad de decisión sobre esa inversión.
La operación que se lo lleva es casi perfecta: gana el futbolista, su representante, el Grupo Invasor, el Zaragoza y el Inter. Se olvidaron de un detalle, muchachos: nosotros jugamos para San Lorenzo. Esa definición es algo más que un slogan de campaña, es un posicionamiento de los intereses que se defienden.
Como lo manifestamos durante todo este tiempo, cuando quienes tienen la obligación de conducir al Club decidan recuperarla, sepan que cuentan con nosotros.
PROGRESO AZULGRANA
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